17.8.07

Cartas

Carta I

Amor mío:
En este tiempo de otoño, en el que los ojos
Se cubren de hoja seca, en el que las calles,
Están llenas de tristeza, de melancolía,
Dile a la vida que no te interesa su juego, que estarás en otras cosas
Cuando llegue a buscarte y que recortarás todas sus ideas,
Pegándolas en un triste papel, que arrojarás al fuego.


Cuéntale que no harás callar a tus venas,
Ordénale que recite los versos más aburridos,
Porque el tiempo sin ti no será tiempo y yo no podré querer verlo.

El corum ya no marcará las horas,
cosechando las armas del poder, extinguiendo la hoguera que había en mí
para que la seca espada que me atraviesa se lleve las turbias miradas.

Pero el alma se retorcerá buscándote,
La vida se entristecerá interpretando tu tragedia
Hurtándome el espíritu que ya no puede seguir escuchando;
Desbordando el vaso de tus ojos, huirá de esta melancolía,
Le pedirá al director de nuestros hilos que los corte
Y que la libertad no vuelva a hacerse dueña del engaño.

Te suplicará para que este cuento deje de contarse,
Pero que haga que sus letras tengan menos trazos,
Pídele que respire tu tormenta, para apagar este candil
Mientras la música envuelve el pequeño instante,
En el que entre tus manos se desliza como agua el cariño que te tengo,
Tu epigrama repartirá baraúnda allí donde te lleven,
Para que esa angustia, trabe mi alma y no la deje desertar,
Pero llegará un momento en el que todo sea distinto
Y el amor de al corazón las alas necesarias para volar hacia un lugar nuevo,
En él nos encontraremos e instauraremos una leyenda nueva
En la que los sueños no estén prohibidos
Y en la que los cuentos, las historias o los deseos
Gobiernen la efervescencia de nuestro prurito.

Carta II

Amor mío:
Hoy es verano y tus ojos están repletos de cielo,
Las calles rebosan júbilo y huyen de la melancolía
Relátale a la vida tu interés por este juego y dile que no la abandonas por otras cosas,
Que puede navegar largo o corto tiempo para buscarte
Y que recortarás todas sus ideas para pegarlas en un buen papel
Que guardarás del agua, del fuego, del silencio.

Cuéntale que sigues peleando por que hablen tus venas,
Ordénale que recite los versos de amor y se olvide de canciones desesperadas,
Y recuérdale que el tiempo sin ti seguirá sin ser tiempo.

El corum ahora marca más que nunca las horas,
Para con la cosecha de las armas que marcan el poder,
Encender la hoguera que me había abandonado
Ya no hay espada seca que me atraviese
y mis heridas las curan los segundos de amor que me regalas

El alma baila en silencio cuando te encuentra,
La vida respira interpretando tu comedia
El espíritu no quiere hurtarme nada, solo desea seguir escuchándola;
Recogiendo las aguas que desbordan el vaso de tus ojos,
Mientras el director de nuestros hilos ya no lo es tanto,
Y la libertad es mucho más libre que la dueña del engaño.

Te rogará que este cuento nunca deje de contarse,
Y suplicará para que sus letras tengan muchos más trazos,
Le pedirá que no respire su tormenta, porque quiere mantener vivo este candil.
Mandará a las aves que llenen sus oídos de canciones,
Para que no se deslice entre tus manos el cariño que te tengo.

Tú sabes que llegó el día en el que todo tiene que ser distinto,
El amor le dio hace algún tiempo al corazón las alas que necesitaba
Y volaste hacia un lugar nuevo
En él nos encontramos y vamos poco a poco instaurando una nueva leyenda,
En ella los sueños no están prohibidos,
Los cuentos, las historias y los deseos
Gobiernan sin miedo la efervescencia de nuestro prurito.